miércoles, 18 de septiembre de 2013

Día en Vic

El Miércoles pasamos el día en Vic, una pequeña ciudad, capital de la comarca de Osona, en la provincia de Barcelona. Cómo nos íbamos a quedar sólo hasta la tarde, únicamente nos dedicamos a recorrer  el casco antiguo, siguiendo una ruta turística ya marcada, donde puedes ver los monumentos más importantes de Vic.

Ayuntamiento de Vic

Callejuela estrecha


 Templo Romano 

 Estatua extraña que me hizo gracia y de la cuál no sé el nombre




 Catedral de San Pedro


 Pont de Queralt

Vic me pareció bonita y bastante tranquila, hasta que llegamos a la Plaza mayor. Justamente era día de mercado y la plaza estaba a rebosar. Por lo que aprovechamos y dimos una vuelta, sorprendidos de la cantidad y tipos de verduras, calabazas, setas y frutas que te podías encontrar. A quién le guste cocinar, disfrutaría sin dudarlo en el mercado (lástima que no pudiera comprar nada).

Cuando llegó la hora de papear, consultamos la guía de restaurante y nos acercamos a los que más nos llamaba la atención. Finalmente, nos decidimos por el Rebost del Canonge, un local encantador con una entrada discreta, que se encuentra en una estrecha calle, cerca de la catedral.






En interior del restaurante resultaba bastante acogedor.








El precio del menú puede variar entre  8.5 y  13,50 € dependiendo de lo completo que lo quisieras (sólo el primer plato con bebida, o primero y segundo y con posibilidad de postre). Yo pedí el menú completo, con 3 primeros, un segundo, postre y bebida.

Entre mi novio y yo, nos pedimos de primero: croquetas caseras, unos pimientos rellenos que estaban espectaculares, una coquina de queso muy buena y uns fideus a la casola (muy parecido a la fideuá). A parte de la buena pinta que tiene, estaba todo buenísimo.


Luego vinieron los segundos: arroz negro y xurrasco. El arroz negro estaba bastante bueno y suave. El xurrasco no lo probé, pero a mi acompañante le resultó decepcionante y sin mucho sabor. Una lástima que los segundos platos no estuvieran a la altura de los primeros.


Finalmente, de postre pedimos un flan de requesón y un helado de vainilla. Postres simples y de toda la vida, pero que estaban buenísimos.

Como conclusión diré que el ambiente y el trato fue muy bueno, igual que los primeros y los postres. Lo único que falló en esta velada fueron los segundos platos. Aunque en general, la experiencia fue bastante buena.


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